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¿Por qué los hijos han de irse?

Actualizado: 12 sept 2021

El Dr. Mario Guzmán reflexiona sobre la necesidad de los hijos de dejar a los padres para continuar con su proceso de maduración y la nueva función de los padres en esta etapa


Con frecuencia atiendo a padres preocupados por la partida de los hijos, no quieren que se vayan. Pero también atiendo hijos que han decidido no dejar la casa de los padres y con 30 o 35 años de vida siguen disfrutando de la comodidad y seguridad que la casa paterna les ofrece. Sin embargo, la mayoría de los hijos dejan a sus padres entre los 20 y los 25 años ¿pero por qué pasa esto? ¿es realmente necesario que así sea?


En el Génesis 2, 24 se dice “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y son los dos una sola carne”. El mensaje subyacente es profundo y es una invitación a lo que todo ser humano debería de hacer; diferenciarse de sus padres para convertirse en uno solo con el sexo opuesto quien le complementa y le edifica. Esa es la idea del andrógino psicológico y espiritual que está detrás de la obra Jungiana, de las enseñanzas del Taoísmo y de la mística judía y cristiana, pues es solo en esa unión de los opuestos donde se logra la individuación y la transformación de uno mismo.


Pero el proceso de lograrlo no es fácil, por el contrario conlleva grandes retos y dificultades. Utilizando la imagen de Abraham como un arquetipo de dicho proceso, podemos ver que él dejó la comodidad del padre y la seguridad de lo conocido para adentrarse en el caos, en lo desconocido, y enfrentar un sinnúmero de vicisitudes. Crecer y convertirse en uno mismo, es una tarea difícil e incluso riesgosa. ¿Pero por qué Abraham decidió hacer algo así?, decidió hacerlo por una promesa “Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre y vete al país que yo te indicaré. Yo haré de ti un gran pueblo; te bendeciré y engrandeceré tu nombre. Tú serás una bendición” (Gen 12, 1:2)


El desafío y los peligros a enfrentar son el proceso por el cual la persona pasa de un estado infantil a un estado de madurez. Es el paso del héroe que se abre camino por la vida. Sin dejar al padre y a la madre no hay oportunidad de crecimiento, uno vive en el complejo de Peter-Pan; un eterno adolescente, un adulto subdesarrollado.


Muchos padres no entienden esto y por lo mismo no promueven la independencia de los hijos. Conforme la taza de natalidad ha ido hacia la baja los padres se volcán más y más en sobre-proteger a los hijos, se convierten en papás helicópteros. Y es que tiene sentido evolutivo, si solo se tiene uno o dos hijos y la evolución nos llama a la perpetuación de la especie, entonces se comprende por qué los papás buscan que sus hijos sean “los mejores” y que “no les pase nada”, saben que su descendencia es preciosa y tienen pocas oportunidades para ello. Pero el costo es alto, muy alto. Esos niños sobre-protegidos no desarrollan la resiliencia, ni la tolerancia que necesitarán para hacerle frente a la vida. Todo se trata de ellos y no de los demás, los papás están para cubrir sus necesidades, ellos no tienen por qué cubrirlas. Sin necesidad no hay progreso, sin necesidad hay estancamiento.


Por eso los padres están llamados a generar un punto medio entre la satisfacción y la necesidad. La primera para no privarlos de lo esencial, la segunda para impulsarlos a salir y conquistar el mundo por sí mismos. No hacerlo así es incapacitarlos, como toda sobreprotección lo hace.


Los hijos han de irse, para no ser incapacitados, para transformarse en verdaderos adultos, capaces de enfrentar los riesgos y disfrutar de la promesa de un futuro mejor.


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