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CUANDO REGAÑAS A TUS HIJOS

Actualizado: 29 jun 2022

Recientemente escuché a una mamá decirle a su hijo adolescente “¡mira nada más lo que hiciste!” ”¡no es justo que me hagas esto!” “¡te lo he dicho cientos de vece y no me haces caso!” “¡qué no ves lo que haces!” “¡por qué no respetas mi trabajo!” “¡soy yo la que siempre termina limpiando tus desastres!” ¿Les suena familiar estas quejas y expresiones? Sin duda, tarde o temprano, en la mayoría de las casas se escucharán estas expresiones o una variación de estas, pero analicémoslas ¿qué dicen estas expresiones acerca de la situación, de la mamá y del hijo?


Con respecto a la situación pareciera que estamos ante un acontecimiento sumamente grave, que el hijo a cometido un error o una decisión fatal ¿cierto? Con respecto a la mamá ¿acaso no suena desesperada, sin esperanza y sin autoridad? Finalmente, pareciera que el hijo es una persona que va por muy mal camino y que no importa cuánto le implora la mamá, él pareciera no importarle e intencionalmente hacer lo contrario que le piden ¿cierto?


Bien, pues en este caso en particular la situación no era así, en realidad no era nada grave o fatal lo que el hijo hizo, sino que descuidadamente tiro comida de sus mascotas en el piso mientras él las alimentaba. La mamá en realidad es una gran mamá que tiene un excelente manejo conductual de sus hijos y que en la gran mayoría de las cosas le obedecen y siguen sus instrucciones. Y el hijo, es un chico extraordinario, sano, de buenas calificaciones y amistades, pero como la mayoría de los adolescentes es distraído e inatento. ¿Por qué entonces la mamá reaccionó así? ¿Por qué se expresó con tanta desesperación e indefensión ante la situación de su hijo?


Las razones pueden ser muchas, pero en mi experiencia clínica me he dado cuenta de que mamás y papás se expresan así ante sus hijos porque no se dan cuenta, lo hacen como una reacción automática ante la frustración que experimentan ante la conducta de sus hijos. El trabajo, el estrés, el cansancio y las múltiples tareas que los papás contemporáneos hacen, los llevan a reaccionar desesperadamente ante las conductas de sus hijos, pero justo ahí está el problema.


Cuando regañas a tus hijos si suenas desesperado, fuera de control, e indefenso o desprotegido ante lo que tus hijos hacen, el mensaje es no solo dramático, sino de falta de autoridad, disciplina y consecuencias. El hijo reaccionará en el momento, pero no será eficaz a largo plazo, pues básicamente le estamos diciendo “no puedo contigo” “tu siempre haces lo que quieres a pesar de lo que yo te pido”. Este mensaje invierte el poder y la autoridad en la relación, le estamos diciendo al hijo que es él o ella quien tiene el poder y el control, no el papá o la mamá. Y no importa qué tan grave o no grave sea la situación en cuestión, los hijos no necesitan escuchar un mensaje así, por el contrario, necesitan escuchar un mensaje donde los papás están en control de la situación, donde ellos son la autoridad y donde ellos saben qué hacer o cómo reaccionar ante las acciones de los hijos.


Si una mamá o papá le tiene que decir a su hijo o hija “cien veces las cosas” no es problema del hijo, es problema del padre que no ha implementado las consecuencias apropiadas que le permitan ver al hijo que no le es conveniente no obedecerle o seguir la instrucción. Si una mamá o papá “tienen” que reparar el daño causado por la conducta del hijo, ya sea limpiando lo que hicieron, pagando lo que descompusieron o sacarlos del aprieto en el que se han metido en la escuela o la autoridad civil es porque esos padres no han entendido de qué se trata la educación de los hijos, pues nuestro deber no es solucionarles sus problemas, mucho menos evitar las consecuencias de sus actos. Nuestra labor es que ellos aprendan a solucionar sus problemas y la única forma de hacerlo es generando consciencia a través de la reflexión y permitiendo que vivan las consecuencias directas de sus actos.


Tal vez alguno de ustedes se estará preguntando “¿no es eso muy cruel?” o “pero pobrecito, está aún chiquito par eso” si tú eres uno de ellos te invito a verlo de una manera diferente. Primero, hemos de aclarar que cuando me refiero a que resuelvan sus problemas, que experimenten las consecuencias de sus actos y que obedezcan a los padres lo digo desde una perspectiva racional, y basada en la edad de los hijos. Es decir, que los papás les están pidiendo cosas adecuadas a sus hijos y a su edad y que las consecuencias que experimenten sean apropiadas. No me refiero a papás autoritarios, impositivos carentes de afecto con sus hijos, me refiero a papás autoritativos, racionales, que tienen reglas y consecuencias en el hogar, pero que también tienen una relación basada en el amor y el afecto a sus hijos, papás que son una autoridad amorosa. Y es justo por eso, por el amor a los hijos, es que no pueden sonar desesperados, que no pueden resolverle los problemas y no pueden evitarles las consecuencias de sus actos, pues de hacerlo no les permiten crecer y el verdadero acto de amor hacia los hijos es el de ayudarles a crecer, a desarrollar sus potenciales, sus virtudes y convertirse en seres humanos independientes que contribuyan positivamente a la sociedad, y eso empieza en la casa, desde que son niños a través de la educación que les damos basada en la responsabilidad de sus actos.


Por lo tanto, no importa qué tan grave o no sea la conducta de los hijos, los papás han de mostrarse firmes, pero no violentos, autoritativos pero no autoritarios, tener reglas pero no demandas irracionales, generar consecuencias pero no venganza o deseo de lastimarlos. Así cuando el hijo haga un tiradero, o desobedezca una regla o incurra en un acto ilegal o criminal los papás tendrán que mandar el mensaje tanto verbal como con sus acciones de “tú decidiste actuar así, y ello conlleva una consecuencia que tiene la intención de enseñarte una lección para que puedas aprender y crecer de esta situación y así evitarte un mal mayor a mediano y largo plazo”


Las consecuencias son eso, una estrategia para evitar un mal mayor a mediano y largo plazo por la conducta inadecuada del hijo o hija. Tal vez se preguntarán “¿Qué tipo de consecuencia es la adecuada?” y tendríamos que decir “la que es congruente a la acción generada”, pero más específicamente hablamos de la pérdida de privilegios, no de castigos físicos o de privación de elementos positivos de su desarrollo como son la escuela, el deporte o las artes.


Para ello es importante que en casa existan reglas a 4 niveles: 1-responsabilidades en el hogar 2- responsabilidades escolares 3- uso de la tecnología 4- autocuidado. En la primera (responsabilidades del hogar) hay que incluir el aseo de su habitación, la atención de las mascotas más una actividad que ellos pueden escoger acorde a su edad: podar el jardín, lavar los trastes, hacer de cenar a la familia, sacar la basura, etc. En la segunda (responsabilidad escolar) hay que asumir un promedio de calificaciones mínimo aceptable más cumplimiento de tareas y la ausencia de reportes de conducta negativos. En la tercera (el uso de la tecnología) hay que poner límites tanto en el tiempo como en el contenido. Una o dos horas máximo entre semana y 3 o 4 horas máximo en fines de semana de uso de tecnología y contenido apropiado para su edad, es el requisito mínimo. Los papás se verán muy beneficiados de usar controles parentales como Qustodio para tener un control real de las tecnologías y del contenido al que acceden. Y finalmente, en el cuarto punto (autocuidado) se trata de una rutina que incluya hora de irse a la cama y de levantarse, actividad física e intelectual y permisos para la vida social. Una vez habladas, negociadas e implementadas las reglas en estas cuatro áreas, viene la administración de consecuencias, que como decía tiene que ver con la retirada de privilegios que dependiendo de la edad irán desde el tiempo de uso de tecnologías, hasta la privación del uso del automóvil o del apoyo económico que reciben, e incluso del apoyo en el hogar como son las atenciones que mamá les da con su ropa, la preparación de alimentos etc.


Algo importante a señalar es que la privación de privilegios no es “para que les duela” tampoco es “para sacar el coraje” de los padres, y no son por periodos de tiempo largo “estarás castigado un mes”. La privación de los privilegios es para que aprendan la relación causa-efecto, acción-consecuencia. Que sepan que su acción inapropiada, conllevó una consecuencia indeseada. Pero lo mismo sucede en sentido opuesto, una acción apropiada conlleva una consecuencia deseada. De ahí que la pérdida del privilegio ha de ser de un día o de una semana cuando mucho, solo en casos extremos, y repetitivos la consecuencia ha de ser mayor. De esta forma se le permite un aprendizaje al hijo o hija, “cometiste un error o tomaste una mala decisión y por eso tienes una consecuencia, pero mañana o la próxima semana tendrás otra oportunidad de hacerlo bien para que recuperes tus privilegios”


Habiendo visto que sonar desesperados, y mandar el mensaje de “no puedo contigo, no sé que hacer contigo o tú siempre te sales con la tuya” no es solo incorrecto, sino inapropiado y contraproducente, y habiendo visto que se necesitan reglas básicas, con consecuencias positivas y negativas dependiendo de la conducta de los hijos, solo nos queda aclarar cómo los papás pueden sonar más autoritativos con sus hijos a la hora de regañarlos. Voz firme pero controlada, mensaje directo y claro, señalando la conducta y la consecuencia, y dándoles la alternativa de cómo recuperar el privilegio será lo mejor. En el caso de la señora que mencionamos al principio podría ser algo como: “Hijo, en distintas ocasiones te he pedido que seas cuidadoso al alimentar las mascotas, y a pesar de ello lo hiciste sin prestar atención provocando que se ensucie el piso. Por lo tanto, tendrás que limpiarlo y dejar todo acomodado de lo contrario no podrás hacer uso de tu tiempo de tecnología, y si esta conducta es reiterante tendremos que donar las mascotas a un refugio de animales como acordamos cuando las adquirimos pues me estarías demostrando que no te esfuerzas en su cuidado. Así que limpia, recoge y aprende para evitar una consecuencia mayor”


Los hijos, requieren papás firmes y a la vez amorosos, pues eso les hará ver que la educación y la disciplina es un acto de amor al que todos los papás están llamados, pues es esa nuestra responsabilidad hacia ellos y hacia la sociedad.


Saludos a todos


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