Hoy he visto, una vez más, la película de Walt Disney Pinocho. He perdido la cuenta del número de veces que la he visto junto con mis hijos. Y es que, Pinocho junto con el Rey León son mis dos producciones infantiles favoritas. Por cierto, los invito a revisar mi análisis del Rey León haciendo click aquí.
Nuevamente me he preguntado ¿por qué me gusta tanto Pinocho? ¿Qué encuentro en una película de 1940 que me resulta tan atractivo a tal punto que a mí alumnos universitarios les pido cada semestre que la vean y me hagan un ensayo sobre ella?... pues bien, la película me atrae tanto porque habla de dos profundas realidades que a todos nos afectan; el desarrollo moral y el vínculo padre-hijo. Dos temas de un extraordinario valor existencial.
La trama es fascinante además de hermosamente ilustrada. Geppetto, un hombre bueno y mayor que es un artesano y vive rodeado de sus creaciones y de sus animales ha concluido su última obra, una marioneta tan hermosa que lo lleva a desear que fuera un niño de verdad. En medio de la noche, mientras Geppetto duerme, un hada baja del cielo le concede su sueño y le da vida a la marioneta. Sin embargo, Pinocho todavía no es un niño de verdad pues sigue siendo de madera y no de carne y hueso. Para que él se convierta en un niño verdadero tiene que demostrar que es digno merecedor de dicho privilegio. Para ello el hada le dice "hasta que demuestres ser valiente, veraz y altruista no serás un niño de verdad" pues le dice que tiene que saber distinguir entre el bien y el mal. Para tal encomienda le dota de una conciencia que le ayudará y a la cual tiene que seguir para mantenerse lejos de las tentaciones. Esa conciencia es Jiminy Cricket o Pepe Grillo como le llaman en México. Geppetto despierta en medio de la noche y no puede creer lo que sus ojos ven, su deseo se ha vuelto realidad y la felicidad le inunda.
Al día siguiente Geppetto impulsa a Pinocho a acudir a la escuela, pues el semi-niño de madera tiene que dejar a su padre y probar la vida, tiene que crecer. Y al igual que les pasa a nuestros hijos cuando empiezan a salir de casa Pinocho tienen que discernir quién es y quién no es una buena compañía, pero no lo hace, decide ignorar a su conciencia y seguir a la tentación (Honest John y Guideon) que le ofrece fama, éxito y dinero rápido. Lo que sigue en la historia la sabemos, negar su conciencia le costará muy caro, terminará enjaulado por la codicia y el deseo de ser querido por los demás, de lograr los bienes materiales, y es que “ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (Mateo 7,13 ). El hada viéndolo en aprietos acude a él pero en lugar de decir la verdad Pinocho decide mentirle por lo que su nariz crece hasta tal punto que le surge un nido de aves. Y es que, como le dijo el hada "las mentiras, una vez dichas, crecen y crecen como lo hace tu nariz". A pesar de ello, y gracias a la intervención de Pepe Grillo, el hada decide darle una oportunidad más y lo salva, sin embargo Pinocho nuevamente decide no hacerle caso a su conciencia y prefiere irse a la Isla del Placer en lugar de con su padre y la escuela. Pinocho, una vez más sigue su tentación y termina tomando la decisión equivocada, decisión que le costará muy caro.
Esta vez el hada no lo rescata y Pinocho, entregado a la bebida, a los cigarros, al juego y al vandalismo termina degradándose aún más. No solo se aleja de la posibilidad de ser un niño de verdad, sino que termina poniendo en riesgo la proto consciencia humana que le ha dado el hada y se rebaja a una bestia, a un burro, a la representación de lo más animal que hay en nosotros, y a la vez lo menos humano; el placer por el placer sin la distinción entre el bien y el mal.
Afortunadamente, su conciencia (Pepe Grillo) no lo abandona, y le ayuda a escapar de la Isla del Placer que en realidad resultó ser una pesadilla como le sucede a todo aquel que hace del placer su objetivo último. A pesar de ello, los restos animales de su degradación siguen presentes y de no hacer algo terminará como los demás niños de la isla, completamente bestializado.
Pinocho va en busca de su padre, pero del cielo le informan que su padre en su desesperación salió a buscarlo y una terrible ballena de nombre Monstruo se lo ha devorado. Geppetto, como Jonás (Jonás 2,1), yace en el fondo del cetáceo esperando morir de hambre lentamente. Entonces, en medio de semejante tragedia algo increíble sucede, Pinocho se arma de valor, veracidad y altruismo, en una palabra, de heroísmo y decide arrojarse al mar en busca de su padre para rescatarlo del cetáceo. Con gran ingenio Pinocho logra rescatar a su padre, pero su heroísmo le cuesta su propia vida. Pinocho muere por amor a su padre, mostrando que "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos." (Juan 15,13)
Sin embargo, el hada no fue indiferente, y es que viendo el sacrificio de Pinocho fruto de la transformación psicológica y espiritual pasando de la cobardía, el egoísmo y la mentira, a un héroe valiente, honesto y altruista decide que Pinocho ha mostrado merecer ser un niño de verdad y le concede lo prometido. Pinocho revive en un cuerpo transformado, y ahora ya no es un títere es un ser humano de verdad.
Como pueden ver, la historia tiene un fuerte componente cristiano, recordando la relación del Padre y el Hijo y el sacrificio que el Hijo hace por amor a su Padre y a su creación. Claro, la historia cristiana es, como decía C. S. Lewis, el mito encarnado, hecho realidad y por lo tanto ni el Padre, ni el Hijo presentan las flaquezas humanas y semihumanas de Geppetto y Pinocho. Pero el mensaje está ahí, recordándonos que todos estamos llamados al sacrificio por el Padre y por aquellos que amamos y que, sin importar nuestras debilidades o vicios, nuestras virtudes siempre podrán ayudarnos a completar nuestra misión y ser transformados.
Y es ahí, en la transformación de la conciencia y de la persona, donde se encierra el otro mensaje hermoso y profundo de esta película. Pinocho, es el arquetipo de todos los niños, es inocente e ingenuo, pero sobre todo se autoengaña pues cree que no necesita escuchar a su consciencia. Todos podremos identificarnos con eso, pues en algún momento hemos actuado como él a mayor o menor medida. Además esta historia nos recuerda que la moral es un proceso en desarrollo que requiere de etapas, experiencias y aprendizajes. La película de Disney capta muy bien lo que Lawrence Kohlberg planteó en su teoría del desarrollo moral, y es que para que uno pueda llegar a un nivel de desarrollo moral elevado, uno tiene que pasar por etapas inferiores y experiencias que nos hagan aprender de nuestras consecuencias.
Los papás haremos bien en recordar que nuestros hijos, como pequeños Pinochos que son, están llamados a ser seres humanos de verdad, pero eso solo lo lograrán con un claro entendimiento del bien y el mal y una vida donde renuncien a las tentaciones, es decir una vida basada en la conciencia y en la virtud (puedes aprender más de esto en el video El Desarrollo de las Virtudes). Pero para ello tendrán inevitablemente que equivocarse y aprender de sus errores, y también necesitarán padres que les recuerden qué son las virtudes, qué son los vicios y qué son las tentaciones y la necesidad e importancia del sacrificio por los demás.
Y es que, es solo en la vida virtuosa y en el sacrificio que surge del amor que los niños y los adultos se convierten en seres humanos de verdad. En seres que distinguen el bien del mal y que siguen a su conciencia y no a sus tentaciones.
Los invito pues a ver la película con sus hijos y a ayudarles a meditar su contenido basado en las virtudes, las tentaciones y la conciencia del bien y el mal para que ellos puedan aprender que de no seguir a la voz de su conciencia se degradan a una vida animal, pero que si la siguen se convierten en seres humanos de verdad.
Pinocho, de Walt Disney, es una hermosa y profunda película que habla de la psicología humana, del desarrollo moral, del sacrificio y de la relación padre-hijo. Por lo tanto, tiene un importante mensaje para chicos y grandes.
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Excelente aporte doctor, es una realidad que día a día experimentamos en nuestras relaciones con los demás, y que como indica nos deja grandes aprendizajes para replantear nuestro comportamiento y crecer como personas, creadas para ser seres de amor y bondad.