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La felicidad de mis hijos... ¿mi objetivo como mamá?

Actualizado: 12 sept 2021

Hace algunos años una persona me dijo que nuestra mayor responsabilidad como mamá es "hacer a nuestros hijos inmensamente felices". En ese momento mis pensamientos se revolucionaron… ¿hacerlos felices? ¿yo? Y es que… ¿cómo voy a lograr eso?


Están felices cuando están en una fiesta de cumpleaños pero después soy yo la que les corta la felicidad sacándolos de la fiesta para llevarlos a cenar y a dormir. Yo soy la que les quita la felicidad cuando los hago comerse las verduras, no los dejo comerse el pastel entero o las croquetas del perro, los pongo a hacer la tarea y los hago saludar a los adultos que llegan a casa en lugar de seguir jugando. Si algo parece que soy en la vida de mis hijos es precisamente la principal causante de su infelicidad.

Ante semejante duda me decidí a entrevistar a mamás de hijos pequeños y de hijos grandes, a abuelas, maestras, a leer libros de maternidad, a hablarlo mucho con mi marido. Y hoy cinco años después tengo por fin una respuesta: no, la felicidad de mis hijos NO es mi responsabilidad. Pero entonces, ¿cuál sí es mi responsabilidad como mamá?. He podido contestar lo siguiente:

  1. Amarlos incondicionalmente. Mi amor, dedicación, entrega y cariño son INCONDICIONALES. No están ligados a su forma de ser, de vestir, éxitos o fracasos. Ahora que son chicos puedo corregirlos cuando sus actitudes y acciones son incorrectas, sé que cuando sean mayores no me quedará más que decirles que lo que están haciendo está mal y hacerles ver que hay formas diferentes de hacer las cosas. Sin embargo, y a pesar de todo, siempre tendrán mi amor y se los repito cada vez que puedo.

  2. Modelar y enseñar las herramientas que necesitan para afrontar la vida. Sí, modelar. Ya me dí cuenta de que no basta con dar discursos larguísimos y aburridos sobre el esfuerzo, la alegría, la puntualidad, la honestidad etc si yo no vivo de esa manera. Todos hemos escuchado que el ejemplo pesa más que las palabras y todos lo hemos visto en la práctica. Así que constantemente trato de hacer un alto, verme a través de sus ojos, evaluarme y redireccionar el paso donde es necesario, cosa que resulta que siempre tengo que hacer.

  3. Permitirles que se equivoquen, se frustren, y que aprendan a manejarlo de la manera adecuada. Esto no suele ser lo más fácil para mí. Lo sencillo sería darles lo que necesitan en el momento que lo piden para que así yo tenga menos que atender y haya más paz en casa, o asegurarme de que la tarea vaya perfecta siempre, que sean incluidos como cantantes principales en el festival de la escuela etc. Sin embargo, la vida real no es así, hay muchos momentos de verdad frustrantes que no podemos cambiar y otros tantos en los que nos equivocamos tremendamente. Pero aprender a manejar la frustración y a levantarse después de una caída y volver a intentarlo es mejor aprenderlo de niños que de adultos.

  4. Enseñarles a ser buenos con los demás. No a ser los más exitosos (si de pasada lo logran, que maravilla), ni los primeros lugares, ni los más populares, ni los más inteligentes, sino a ser BUENOS con los demás. A ser empáticos, serviciales, a que ayuden a la maestra y acompañen al compañero que está solo en el recreo o al que tiene alguna necesidad especial. Según Rick Johnson en este video https://www.youtube.com/watch?v=0-bRGUiPyCY, si de verdad queremos cambiar muchos de los problemas sociales de nuestro mundo, bastaría con que formáramos una generación de “personas buenas” y no puedo estar más de acuerdo.

  5. Que aprendan a disculparse cuando se equivocan. Esta puede ser una de las más difíciles para mí, porque enseñarlo implica que yo sea la primera en pedir disculpas tanto a ellos como a mi esposo cuando me equivoco y es algo que personalmente me cuesta trabajo. Así que trato de buscar las palabras adecuadas y tomarme un buen trago de humildad para pedir una disculpa sincera, darles un abrazo grande e intentar resolver el problema que haya causado con mi equivocación.

  6. Enseñarles que la vida es más fácil si se vive con una sonrisa. No hay vida perfecta, todos tenemos nuestras buenas dosis de dolor, tristeza, miedo, momentos difíciles, cansancio etc, no hay cómo evitarlo. Pero vivir con una sonrisa definitivamente hará las cosas un poco más fáciles para ellos y para quienes los rodean en su presente y en su futuro.

  7. Educarlos en la independencia y autosuficiencia. La sobreprotección y el hacer todo por nuestros hijos los daña más de lo que les beneficia. Ellos deben de aprender a cuidarse física y mentalmente (bañarse, alimentarse correctamente, hacer ejercicio, buscar amistades y actividades adecuadas, etc.) además de aprender a limpiar su cuarto, su ropa, empacar sus propias maletas, etc. Obviamente todo de acuerdo a su edad. Cuando siento la necesidad de involucrarme para que la cama quede mejor tendida, la tarea más limpia, la manzana mejor partida o llevar la tarea olvidada a la escuela recuerdo la frase de María Montessori “enséñame a hacerlo solo” que se ha vuelto uno de mis mantras en la maternidad. La mirada de satisfacción y orgullo cuando mis hijos logran dominar alguna tarea nueva es maravillosa y muy gratificante.

  8. Mostrarles la importancia del esfuerzo. Constantemente les digo que lo que cuenta no es sacar las mejores calificaciones, ni ser los goleadores del equipo, sino quedarse con la satisfacción de que dieron su mayor esfuerzo y de que fueron constantes. En la vida, el trabajo constante y bien hecho puede muchas veces llevarnos más lejos que la inteligencia sin esfuerzo.

  9. Que la felicidad es el resultado de sus acciones y sus decisiones. No depende de su mamá y de lo que ella pueda hacer por ellos, ni de nadie más que de ellos. Depende de las decisiones y acciones que tomen en su vida diaria y en la actitud con la que decidan enfrentar la vida.

  10. Que en la vida la felicidad en sí misma no es importante, sino la satisfacción de cumplir con su responsabilidad, el compromiso, el amor y la familia. Que lo que se promueve como felicidad actualmente muchas veces no lo es. Que es en el amor de la familia y la satisfacción de cumplir tu responsabilidad y tu vocación en la vida lo que genera una verdadera felicidad duradera.

Después de por fin poder poner en palabras mis pensamientos, he decidido plantearme estos diez puntos como mis objetivos en la formación de mis hijos. Creo que si al final del camino volteo atrás y veo que fui capaz de inculcarles esto podré sentirme más que satisfecha. Tener objetivos tan claros me ha ayudado mucho en las decisiones y actividades del día a día. Te invito a que te plantees los tuyos, de verdad encontrarás que tenerlos hace un gran cambio en tu maternidad.


Saludos.

Ana Sofía Arteaga


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